Volver al día siguiente
James cumplió su palabra y regresó al día siguiente. Margaret le recibió con una calidez que derritió el habitual frío del aire. Trajo más víveres, sin mencionar que los había pagado de su bolsillo. Pasaron la tarde hablando, riendo y mirando viejos álbumes de fotos que Margaret no había abierto en años. Le enseñó fotos de sus hijos, de su marido y de una vida que ahora parecía tan lejana. Cada historia que contaba la hacía revivir un poco más.

El regreso al día siguiente
Encontrar un nuevo destino
Con el paso de las semanas, James empezó a visitar a Margaret con regularidad y su amistad creció. Ya no se trataba sólo de hacer la compra, sino de compañerismo. La ayudaba con pequeñas tareas domésticas: arreglar el grifo que goteaba, cortar el césped y reparar una silla rota. A cambio, Margaret le ofrecía sabiduría e historias de su larga vida. Lo que había empezado como un simple acto de caridad se había convertido en algo mucho más significativo para ambos. James se dio cuenta de que había encontrado un nuevo sentido a su vida.

Encontrar un nuevo propósito

