El ofrecimiento de llevarla
Cuando los dos salieron de la tienda con las bolsas en la mano, la anciana parecía frágil, sus pasos lentos e inseguros. Al verla luchar con sus compras, James sintió una punzada de preocupación. “¿Te llevo a casa?”, le preguntó. Ella vaciló, quizá era demasiado orgullosa para aceptar otro favor de un desconocido. Pero su expresión cansada la delataba. Finalmente asintió, con voz suave y apenas audible. “Gracias, sería muy amable” La condujo hasta su coche y le abrió la puerta con cuidado.

El ofrecimiento de llevarla
Conocer su vida
Durante el trayecto hasta su casa, James se enteró de que se llamaba Margaret. Vivía sola desde que su marido había fallecido hacía cinco años. Sus hijos estaban dispersos por todo el país, ocupados con sus propias vidas. “Nos visitan cuando pueden”, explicó Margaret, aunque había un deje de tristeza en su voz. James la escuchó atentamente y no la presionó para que dijera más de lo que quería, pero cada palabra delataba la silenciosa soledad que había soportado durante años.

Conocer su vida

